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20081113

Un Soslayo

No! Yo no vivo pendiente de tu reconocimiento social, de tu estúpida jerarquía, de tu superflua cáscara, no me interesa hablar de mi cuando no corresponde, no existe el motivo de divulgar lo que hago, no hay la necesidad imperiosa de hacer dominio público mis actos, no los considero importantes para demarcarlos en primeras instancias, prefiero oír que hablar, y sí hablo, no es de mi. Hay veces en las que se adecua a un interlocutor, situándonos en su nivel, exclamando lo que él exclama y guardándonos nuestro real enfoque, reservándonos nuestro real interés por las cosas por miedo a no encontrar el receptor indicado, haciendo cada vez nuestro discurso una mezcla de comedia absurda, la cual, al leerla, nos da risa angustiosa y simpatía afligida. Hoy grité, bajo ningún motivo aparente, pero grité, escuché por enésima vez aquel tortuoso discurso salir de sus bocas y deduzco que ya no me sentí bien, esa bocanada desabrida, como sacada de la peor de los barrios del bajo mundo, era casi victoriano mi grito, no era desesperado, ni angustioso, fue un grito tan o más desabrido que lo que oía en ese instante, bajo el efecto de haber gritado, caminé, recorrí como en el mejor de los tiempos las calles, simulando una seguridad inexistente y aparentando que las flores olían mejor que en la más envidiable de las praderas del sur. Recorrí esas latitudes que olvidé en algún momento, o que reemplacé con otras prioridades, hice hincapié en observar; Cautelosos soslayos se escapaban y mi cuerpo emitía la respuesta inminente de lo que miraba. Me sentía omnisciente, sabia lo que pasaba y no me veían, pero con el transitar del momento, recordé él por qué no podían verme; Yo no existía, al menos en esos Lares, Hablaban el idioma que por mucho no hablé, usando signos y señales que si bien me eran familiares, no dominaba del todo, en fin, preferí ahorrarme la tortuosa angustia y continúe caminando (en los últimos acontecimientos ahorré mucha angustia), supongo que ya no es necesaria. Pues bien, continué sigilosa por lo que podía encontrar en mi camino, y mientras paseaba aún con esa disimulada pero convincente seguridad, a mi venían aquellas vocecitas con sus discursos mal evocados y narcisistas, los cuales provocaban una sonrisa inclinada, pero muy mezquina, caminé mucho, quizás un par de horas e intenté mirar atrás para notar si había dejado algún lugar importante el cual visitar, y me di cuenta que la calle por al cual venia pasando hace un par de horas, se transformó por completo, aún sentía el perfume penetrante de las flores, y aun me sentía particularmente segura, pero no cabía duda que la calle cambió, el asfalto tomó un color rojizo, con atisbos púrpuras entre baldosa y baldosa, y decidí tomar un descanso, tomé una naranja de mi mochila y mientras disfrutaba de ella miré las cáscaras en el suelo y me pregunté el porqué había iniciado mi paseo, sin encontrar respuesta aparente noté que el color del desperdicio de la fruta no era toronja… Era mi propia cáscara, esa que boté sin motivo aparente, me pregunté si solo se cayó, o fue reemplazada por otra, aún no lo deduzco, y quizás nunca logre averiguarlo, lo importante es que nunca es bueno dejar de caminar, por más que las avenidas se tornen frondosas alamedas y los callejones se asemejen a una calida ciudad, debemos caminar por más que nos pese.No vivo pendiente de reconocimientos ni de que me establezcan en absurdas jerarquías, sólo sé, que aún debo caminar…
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Escrito por: Makarena F.

20081112

Lineas en la arena

Las paredes latían, sólo atinó a poner las pastillas en su boca, con tal que el zumbido de sus oídos callara, con tal de apagar esas casi cuarenta horas de insomnio, con tal de que todo calmara, con tal de dormir. Siempre supo que no estaba bien, era obvio, una tontería, pero su latir se intensificaba cada vez más, haciéndose insoportable, volviéndose una bomba de tiempo, con el volumen al máximo, su cuerpo no respondía a ningún estimulo, las pastillas no dañaron en lo absoluto, su cuerpo y mente eran un harapo, los analgésicos sólo la ayudaron a darse cuenta al deterioro que había llegado. La primera imagen, casi popular del asunto es creer un intento de suicidio, se les mete entre ceja y ceja que fue eso, o que se sentía mal o que se yo, nunca piensan que solo buscaba una vía de escape, que sólo ella quería descansar, no para siempre, como absurdamente se creería, o convencionalmente se entendería al darle una primera lectura al caso, ella necesitaba alivio, ese alivio que pocas veces encuentra, ese regocijo de plenitud que pocas veces ha tenido el agrado de sentir. Ella sabe que – adiós mundo cruel – es una estupidez, siempre lo ha sabido, y lo mantiene, pero la inquieta la idea equivocada de otros, sin embargo, no es algo que le quite el sueño, por sarcástico que esto suene. Ella es medio loca, pero toda vivencia para ella es sinónimo de una moraleja, que a veces es para sacar en limpio trivialidades, pero otras para darse cuenta de lo que realmente es y que es lo que realmente le importa. Está vez, fue esa vez, sabe más que antes, en todo aspecto, entrega menos a quienes no merecen su preocupación y se da al 100% por quienes ama y aún más al saber que todo aquello es reciproco, ella ya no gasta energías en imposibles, no idealiza tanto, pero sigue siendo un poco loca, y por qué no, lunática también, sin embargo ahora es más feliz que ayer sabe que esa es la mayor recompensa que jamás imaginó encontrar esa palabra que escapa de un realismo mágico, algo inalcanzable y envuelta en un a pizca de tabú, hoy es feliz, no a destajo, pero mucho más que ayer.
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Escrito por: Makarena F.