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20101204

Pedazos

Nos vestimos de humano y nos sentamos a faldas del mar a observar las putrefactas y jactanciosas gaviotas… desoladas por el tortuoso eco del silencio en la noche. bebemos el vino, y lo ultimo que pasa por nuestra cabeza es el salir de ese ambiente hostil, no queremos dejar de mirar a nuestras gaviotas, en su baile casi único, mediocre y vulgar juegan a perderse en el oleaje, esquivándolo y sintiéndose únicas, al término de la jornada más de una yace en la orilla envuelta en su ataúd de algas perfectamente moldeado y esperamos con ansias a ver la próxima ave caer.. .

Escrito por: Makarena F.

Volar

..."En la sala de rehabilitación hay un inmenso ventanal. A veces, imagino que lo cruzo y vuelo como tú... Llego al mar y sigo volando hasta ver sólo esa infinita línea de agua que nunca se acaba. Y pienso... tonta de mí, que si tú haces lo mismo quizá des la vuelta al mundo otra vez y acabemos encontrándonos en algún punto del planeta"...

20101018

En la nada

Mar adentro, en la inanidad del fondo, donde se cumplen los sueños, se juntan tantas voluntades para cumplir un deseo, tu mirada y mi mirada, como un eco repitiendo sin palabras más adentro, desde el más allá del todo por la sangre y por los huesos, pero me despierto siempre y siempre quiero estar muerto, para seguir con mi boca enredada en tus recuerdos...

20100402

Erotic Nuages

Ocurrente desperté aquella mañana, atemorizada por esas inquietas y vacilantes nubes, hasta yo sentía temor de lo que tramaban, tan suaves, apacibles, simulaban trasladar odio en ellas, se dirigían hacia el sur… Caí en un trance un tanto perpetuo, no sé cuanto tiempo me llevo notar el terciopelo que me cobijaba en esa cama, en esa mañana disfrazada de atardecer, lúgubre, con soslayos siniestros que me hacían sonreír por dentro, borrando por momentos prolongados la constante amargura que saboreo indeleble, giré mi cuerpo, fingí dormir aún, simulé estirar mis manos, para así, con las yemas de mis tímidos dedos saborear su cuerpo, tantear su calor, iniciando el recorrido más erótico hasta el momento, jugando a escribir con mis dedos un lenguaje sin parámetros, sin censura, tallando en su espalda la más obscena de las historias, como las de un cabaret, un burdel ó algún lugar ubicado en algún suburbio de alguna sucia avenida. Escribiendo aun me hallaba, una sinfonía maligna de acordes y ruidos honrosos para el momento, hasta que detuvo mis manos, las dejó perpetuas en una pared, inamovibles, causando una respuesta inmediata en mi ya excitado cuerpo, causando un desenfreno despavorido, ese que conocía desde hace tiempo, ese que logró experimentar en una fase de éxtasis único como el de aquella infausta mañana, en donde esas nubes me hacían recordar lo suave de su cuerpo, lo carnal que puede ser y el agradable daño que podía recibir, respiré profundo, emanaba un olor impar, quería llevarlo conmigo, sin saber que ya estaba tatuado en mi cuerpo, en mi espalda, mis manos y en la porosidad estimulada por aquel carnal momento, en un baile erotizado aun mas por el frío ambiente que entibiábamos de a poco, respiraba apresurada, en una carrera hacia lo impostergable, deseaba llegar, al unísono que fuese eterno, un baile que confería calidez en lo sublime del dolor que sentía por dejarlo ir, aunque fuese por unos momentos tortuoso, aunque fuese tarde ya, aunque se acabase el día, no era suficiente para mi putrefacta y libidinosa alma.

Escrito por: Makarena Fritz