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20110703

fue "tita"

Giró la cabeza y sus ojos se encontraron con los de él. En ese momento comprendió perfectamente lo que debe sentir la masa de un buñuelo al entrar en contacto con el aceite hirviendo. Era tan real la sensación de calor que invadía todo su cuerpo que ante el temor de que, como a un buñuelo, le empezaran a brotar burbujas por todo el cuerpo; la cara, el vientre, el corazón... No pudo sostener esa mirada y bajando la vista cruzó el salón hasta el extremo opuesto

muerte

Para empezar ese segundo, no es un segundo en absoluto, se hace algo inmenso e infinito como un océano de tiempo. En mi caso aparecía yo, tirada boca arriba en el pasto mirando estrellas caer, y las hojas amarillas de los árboles de Maple que recubrían nuestra calle, o las manos de mi padre, con su marchita piel que parecía papel

20110606

no soneto

Es como querer borrar las palabras dichas, es como querer nublar, obligando así a callar al día, como descubriendo por primera vez lo que eres capaz de hacer con solo un murmullo desde tus altares, es como cortar la hierba en plena primavera y dejar que el viento se lleve consigo solo restos de arena, es como ofrecerle al mundo una respuesta equivoca, es plantearse lo colosal de tu vida a un vagabundo sombrío y desconocido, es querer otorgarle vida a lo inamovible, susurrando con espanto las posibles realidades, desvaneciéndote en la nada, jugando con tus pesadillas, eligiéndolas, disfrutándolas, es querer desligarte de ti mismo, iluminando una oscuridad bendecida por mi presencia, esa que te desgasta, te mata por fuera, dejando sombras de lo que fuiste, encumbrando en lo alto tu desdicha, jugando con mi pelo, en la bruma de escarchas que se ah transformado tu presente .. Es vestirnos, con lo que nos queda, lo que nos dejaron…

20101204

Pedazos

Nos vestimos de humano y nos sentamos a faldas del mar a observar las putrefactas y jactanciosas gaviotas… desoladas por el tortuoso eco del silencio en la noche. bebemos el vino, y lo ultimo que pasa por nuestra cabeza es el salir de ese ambiente hostil, no queremos dejar de mirar a nuestras gaviotas, en su baile casi único, mediocre y vulgar juegan a perderse en el oleaje, esquivándolo y sintiéndose únicas, al término de la jornada más de una yace en la orilla envuelta en su ataúd de algas perfectamente moldeado y esperamos con ansias a ver la próxima ave caer.. .

Escrito por: Makarena F.

Volar

..."En la sala de rehabilitación hay un inmenso ventanal. A veces, imagino que lo cruzo y vuelo como tú... Llego al mar y sigo volando hasta ver sólo esa infinita línea de agua que nunca se acaba. Y pienso... tonta de mí, que si tú haces lo mismo quizá des la vuelta al mundo otra vez y acabemos encontrándonos en algún punto del planeta"...

20101018

En la nada

Mar adentro, en la inanidad del fondo, donde se cumplen los sueños, se juntan tantas voluntades para cumplir un deseo, tu mirada y mi mirada, como un eco repitiendo sin palabras más adentro, desde el más allá del todo por la sangre y por los huesos, pero me despierto siempre y siempre quiero estar muerto, para seguir con mi boca enredada en tus recuerdos...

20100402

Erotic Nuages

Ocurrente desperté aquella mañana, atemorizada por esas inquietas y vacilantes nubes, hasta yo sentía temor de lo que tramaban, tan suaves, apacibles, simulaban trasladar odio en ellas, se dirigían hacia el sur… Caí en un trance un tanto perpetuo, no sé cuanto tiempo me llevo notar el terciopelo que me cobijaba en esa cama, en esa mañana disfrazada de atardecer, lúgubre, con soslayos siniestros que me hacían sonreír por dentro, borrando por momentos prolongados la constante amargura que saboreo indeleble, giré mi cuerpo, fingí dormir aún, simulé estirar mis manos, para así, con las yemas de mis tímidos dedos saborear su cuerpo, tantear su calor, iniciando el recorrido más erótico hasta el momento, jugando a escribir con mis dedos un lenguaje sin parámetros, sin censura, tallando en su espalda la más obscena de las historias, como las de un cabaret, un burdel ó algún lugar ubicado en algún suburbio de alguna sucia avenida. Escribiendo aun me hallaba, una sinfonía maligna de acordes y ruidos honrosos para el momento, hasta que detuvo mis manos, las dejó perpetuas en una pared, inamovibles, causando una respuesta inmediata en mi ya excitado cuerpo, causando un desenfreno despavorido, ese que conocía desde hace tiempo, ese que logró experimentar en una fase de éxtasis único como el de aquella infausta mañana, en donde esas nubes me hacían recordar lo suave de su cuerpo, lo carnal que puede ser y el agradable daño que podía recibir, respiré profundo, emanaba un olor impar, quería llevarlo conmigo, sin saber que ya estaba tatuado en mi cuerpo, en mi espalda, mis manos y en la porosidad estimulada por aquel carnal momento, en un baile erotizado aun mas por el frío ambiente que entibiábamos de a poco, respiraba apresurada, en una carrera hacia lo impostergable, deseaba llegar, al unísono que fuese eterno, un baile que confería calidez en lo sublime del dolor que sentía por dejarlo ir, aunque fuese por unos momentos tortuoso, aunque fuese tarde ya, aunque se acabase el día, no era suficiente para mi putrefacta y libidinosa alma.

Escrito por: Makarena Fritz

20091023

Cuasi-Poesía de un cuerpo

El hielo rompiéndose en mi espalda, la escarcha, incrustada en mis entrañas, gritan, con frío, congelando mis anhelos, deteniendo mi tiempo, ocultando mis sollozos, se espanta, se derrite y es mío, mi hielo, parte de mi aburrida sangre, mezclándose con ella, sacando los sucios ruidos de calle que aquejan mis órganos, escupiendo mis pensamientos. derritiendo con ellos también mis ideas siniestras de abandono y lujuria pasada, helando mis arterias, dejando fríos vestigios de una vida no vivida, de un cielo nuboso, de un césped quemado, unas manos sucias, ojos inciertos y sobre todo, un cuerpo mal parido restringido por el grisáceo pasar de cuerpos ajenos.
Escrito por: Makarena Fritz .

20090811

Un Encuentro

Encontrados en el pasto, simulando no verse, se enfrentan sus espaldas y luego de un tiempo de sentirse, se atreven a tocarse, ahí, al unísono con el espacio y tiempo detenidos, jugando con sus narices, oliéndose en un sinfín de roces simultáneos, sintiendo la porosidad de su piel, en el festín abundante de sensaciones espaciales, confiriéndose pertenencia, alivio, dolor y apacibles golpes, refrescando cada instante su palpar hasta encontrarse sin querer sus dedos, sostenidos ahí, en sus infinitas manos heridas, eternas, casi como una noche sin día, reflejando el océano de sus mutilados dedos; Rupturas interminables del calido deshojo de sus extremidades, se tocan, se necesitan, el ahogo constante de sus miradas se reconocen de ángulo en ángulo, las respiraciones, ambas, en una melodía armoniosa única, que, en espiral se unifica en el fin del sublime suspiro, como en “re menor”, con dolor por perder su piel, desgarrándose así en el baile excéntrico que inició con una simple mirada...
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Escrito por: Makarena Fritz

20090704

Humano

El tiempo frágil se desglosa con su sonrisa, desea morir y no tiene idea de lo que significa, su vida en un embalse deseoso y cauto planea la ciudad en un evento magnifico, juega con la tortura hacia su cuerpo llenándolo de veneno, siempre propuesto, inteligente en ciertos movimientos, pero muy torpe en la mayoría, llega a puerto deseoso de carne fresca, nada se interpone entre él y su objetivo, camina mezclado de silencio y vanidad, el lúgubre del lugar le brinda una sonrisa al reconocerlo como par, se instala, observa, y más que nunca desea marcharse, el camino se hace estrecho, el sendero que recorrió hace tiempo aun logra recordarlo, y se embarca, pasajero de sus miedos y dependiente de sus anhelos, esos que por escasos que sean, son certeros, buscan el camino privilegiado hacia la cima del éxito y se refleja en el río, un río hostil en el cual solo navegan los hombres no provechosos, el color mezclado con flores y cadáver de coral, simulan ser un estanque transparente en el cual él logra divisarse, se detiene, se busca y al encontrarse deduce que lo supuso hace ya mucho, su cara de hombre valiente se extinguió con sus sueños, esos que dejo olvidados en el antiguo puerto, antes de salir de su adorada tierra en la que no añoraba la muerte, era solemne en su discurso disfrazado de sombras, traía una pena a cuestas y no lograba descifrar por más códigos que aparecían en su camino, se sentó a la orilla del río, se vio afligido y sin pedir más, sacó su armónica entonando por ultima vez su canción compuesta en tiempos de alegría. Las lagrimas poco tímidas se manifiestan en su cutis malgastado, lavando su cara de espanto y dejando sombrías rayas en su cara, tocaba, soplaba su armónica como soltando su ultimo aliento, entre soplido deseaba en silencio la voz femenina que cantara sus tonadas, esa que la acompaño bajo el sol y muchas veces en las sombras, añoraba su voz tanto o más que a su cuerpo; el paraje era Helénico y sus notas guardaban un secreto, aquel que jamás le revelaría ni al más odre de sus compañeros, aquel que prometió guardar por siempre, ese que le hizo emprender el camino sin rumbo, ese camino del cual hoy es esclavo.
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Escrito por: Makarena Fritz .

20090418

Mi Risco

Hasta mi lúgubre vestido sentía vergüenza de la vil escenografía en la que se hallaba, un frio inmenso de esos que suelen encantarme, esos que espero con anhelo.. esta vez sentía la pena del aire en mi cara, nada me hacia sentir segura en ese instante donde solo me cubría mi negro vestido. Caminé por el borde de ese precipicio que simulaba ser una gran huella, vieja, empapada de nostalgia, el ambiente combinaba perfecto con su estancia, sus piedras disfrazadas de melancolía hacían presión para acercarme cada vez más para apreciar el sombrío destino de las piedras de más abajo, una vez ahí miré y al unísono medité sobre que hacer, estaba vestida para la ocasión (…) de golpe esos fríos disfrazados de esperanza humana, personas que contemplan tu pasar con desdén, fingiendo ser mejores, compadeciéndote, invitándote un abrazo no fraterno, esos que solo dejan lastima obligada por algún vinculo iniciado en un pasado más provechoso. De un instante a otro mis piernas comenzaron a temblar, tuve que sentarme a la orilla de aquel hondo risco a descansar, llevaba parada ahí mucho tiempo, mi vestido desteñía un color petróleo básico, ese color que reside en los adentros de las mismas piedras a las cuales me encontraba sentada, no podía evitarlo, me estaba mimetizando con mi lúgubre ambiente, éramos uno, ambos empapados de pensamientos inusitados, necesariamente tensos, y por momentos, sólo el oleaje de la lejana playa hacia eco en mi, levantando mi cada vez mas feo vestido. El viento bailaba infeliz, movía todo a su antojo, simulaba ser el maestro de ceremonias de la sinfonía natural que en ese momento yo presenciaba, en un soplo mi vestido cae al suelo, no me importó en lo absoluto que el viento me desnudara, es más, lo agradecí, me despojó de mis lúgubres harapos, era yo y el viento en una danza sublime, si alguien me estaba mirando, no importaba, sólo entorpecían nuestro inusual acercamiento; Yo estaba atrapada en su sexual baile, hacia que mi pelo volviese a brillar como en el apogeo de mis días cándidos en un cuasi –amazónico cuadro. Sin querer llegué un nivel más debajo de ese risco tan extraño que me acogía en mis penas … Sentada, absolutamente desnuda, sintiendo mi sangre entibiarse, sintiendo esa sensación que se me hizo ajena por mucho tiempo, casi sonrojándome, entregándome una vez más a la majestuosidad de su baile, una mezcla de lo primitivo y lo más sutil, casi dulce, casi espeso, sentía al viento dentro de mi, fecundando la nada plena , sentía alguien gemir, ni las piedras disimulaban mi estado de enajenamiento parcial. Desperté de ese estado de ambivalencia, vi mi vestido, roto con ese clásico color petróleo que me acompaño por tanto, no sentí la necesidad de usarlo, ni de usar ningún tipo de escenografía para tapar mi malogrado cuerpo, el viento tomaba formas humanas, me llevaba a lo hondo del risco en viajes cautivos de olvido, tenia pena y se desquitaba con mi cuerpo, no me importaba, yo disfrutaba también de esa enajenación parcial, pensaba a veces que sería eterna, al acabar nuestro ensamble perfecto, yo volvía a acompañar a las rocas y los caracoles, con mi harapo de vestido, lo extrañé, lo usé de nuevo, esperando al viento, y cada vez , yo me encontraba más hundida en aquel peñasco.
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Escrito por: Makarena Fritz

20090209

Un gel prévu

Y se coronó con aquella imagen, aun recuerdo las tardes de otoño sin nada mas que hacer que apreciar a los demás, pisar las hojas, emitiendo ese sonido que detesto, pero está ahí, no se sale de mi pobre retina, sentado en la banca que pintada con ese desteñido usual del centro, cruzado de piernas como si su casa formara parte de aquel bello paraje, observando las aves, y yo, desde ahí, lo observaba también, sigilosa, sin afán de molestarlo en su pensar, imaginaba las cosas que pasaban por su mente, si en realidad esas tardes tan triviales lo eran a cabalidad, si sólo pensaba en el clima o pasaba algo mas inquietante por su cabeza. Habían tardes, esas más frías, que no lo veía sentado, lo buscaba, sin desesperación, pero me estiraba mas de lo acostumbrado buscándolo entre los arbustos, sin éxito me marchaba y esperaba la siguiente tarde para encontrarme con él ahí, para conversar sin palabras, y sólo mirar el desierto sendero de aquellos días sin sol, deduje entre tanto pensar que se presenta cuando estoy sentada, cuando estoy quieta y simulo ser un detalle del paisaje, supongo que le asustaban mis torpes movimientos, así que decidí situarme perpetuamente en aquel sitio, lo hice con la intención de mezclarme en el ambiente y que él sintiera que sólo era algo más sin importancia, al lograrlo, los días de invierno comenzaron, los días carentes de sol y calor se hacen mas presentes, pero no me importó, él me volvía loca, no tenia idea de quién era yo, y yo solo sabia que a él le gustaba admirar lo frondoso del paraje, aunque para esa época, los arboles desnudos dominaban la ciudad, y aquel farol el cual le daba abrigo en las tardes mas oscuras, titilaba con torpeza por culpa de las lluvias tan comunes en esos días. Una tarde helada como ninguna decidí llegar después, mi afán en que él me notara me hacia actuar con ímpetu, el frío me hacia sentir bien, esas brisas inofensivas que dan regocijo, dan ganas de abrazar, fumar el humo en el viento y mirar de frente al débil sol, que por una vez en el año, yace ante mi. Jugué esa tarde a ser lo que no soy, estaba alegre, un poco espectante por saber si él notaría mi presencia, si notará en algún caso que la misma persona que por meses se sentó a su vera, era la misma que se acercaría con un par de horas de retraso. caminé por esa alameda, envuelta en aquellos arboles que aun permanecían desnudos, el frío se transformó en un torrente que estaba dentro de mi cabeza, me senté como usualmente lo hacia antes de que él llegara, la diferencia claramente fue que ese espacio ya estaba invadido con la estela de su aroma que casi se confunde con el olor de la tierra húmeda, noté que fumaba apresuradamente, contemplaba el cielo manchado de nubes cargadas de agua, esas que se ven preciosas cuando llega el ocaso, esas que inventan colores únicos y te hacen pensar que pequeños somos, me perdí en las nubes, un buen rato, imaginaba que si llovía, no estaba preparada, pero me quedaría ahí de todas formas, mi curiosidad no tiene limites. Al bajar la mirada me sorprendí, él me observaba como yo suelo hacerlo, contemplaba mis movimientos y deduje ahí que nunca me atrajo él, si no que me atrapó el enigma de su rutina, me ahogue tanto pensando en el motivo por el cual él se plasmaba al unísono con el paisaje, como hacia que sus movimientos pasaran inadvertidos para los normales, para los que no observan absolutamente nada, noté ahí que él , al igual que yo, esperaba algo, se sentaba para ver el tiempo pasar, contemplaba sigiloso para no ser contemplado, al menos no de una manera invasiva, no como yo lo hice, invadí su territorio por mi curiosidad, fuimos dos cuerpos involucrados dentro de una pintura, creamos en el lienzo un lenguaje único, sólo él y yo entenderíamos de que se trataba toda aquella espera, al mirarlo vi el miedo en su cara, y gracias a ese lenguaje que practicamos toda la mitad fría del año, concluí en ese momento que su espera no consistió jamás en un cuerpo, nunca espero ese algo material; Él esperaba con ansias la calidez de una mirada, él deseaba compañía, y yo solo quería mirarlo, él satisfacía todo aquello que espero, era un enigma disfrazado de humano, él dejó de existir para los demás transeúntes; Si él existió alguna vez, lo hizo para mi, era la realidad paralela de nadie, un mundo frío adornado con los carentes soslayos cálidos de mi mirada, esa que se hace cálida gracias a él y lo que él representó en nuestro lienso, ese que entendemos y compartimos cada vez que nos vemos en esa banca a medio pintar en el limite de su mundo y el mio.
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Escrito por: Makarena F.

20090208

Sinfonia Macabra

La cabeza se destrozó en el suelo con el simple golpe sonaba como ese violín que una vez escuche estrangularse, era único, su sonido sin sentido se propagaba por todo mi cuerpo insertándose, alojándose en mi, tan ajeno como todo lo demás que me recorre, pero le di hospedaje por un par de horas, se hicieron tortuosas, con ese amargo sentimiento que me embriaga tan seguido y sin embargo, no me desagrada para nada. A menudo oigo el sonido de chelo, no tan estrangulado, peor igual de bizarro, los oigo dentro y presiento que el sonido se prolongará más de lo que yo espero, juntos desafían al tiempo, es casi una rapsodia macabra, esa que compuse hace tanto, también para mis adentros, esa sinfonía que me dedique durante años a componer y que para variar, no tiene el más absoluto sentido. Aquella sinfonía es mi secreto, ese que nadie absolutamente nadie conoce, y no pretendo que lo hagan, es tan mio que el compartirlo seria casi insoportable, la compuse hace ya tanto, que darla a conocer ahora sería una estupidez. y no miento cuando digo que me sumergí para oírla nuevamente como antaño, me siento y la observo, me bebo toda la duda que queda en mi, y al terminar de escuchar aquellas agonizantes cuerdas, me doi cuenta que en mi presente ya no es posible aquella añeja composición y presiento, sueño en la alegría, esa que hoy tengo, pero por algún miedo perpicaz, siento que se irá, quizás no, pero así son mis miedos, aparecen de la nada y a veces sin motivo alguno se prolongan en el espacio, y me pierdo nuevamente en él, divago como huerfana en un parque, no poseo mayor capacidad que la del análisis, y recuerdo que elementos utilicé cuando me propuse componer esa sinfonía, quizás en un ímpetu desesperado por tener una creación, robé la idea de algún otro cuerpo que divagaba junto conmigo, casi como un best sellers, me conjugue en tantos tiempos que me perdí y no se como volver a mi estado original, no puedo hallar la salida la cual me lleve a ese tiempo precioso en el cual yo era dueña de mi y mis inventos, ahora los observo con desdén y lejos, supongo que es lo único que me aqueja, la lejanía, de haber sido la dueña y hoy un simple observador que desde la omniciencia no recuerda como llegar al punto de partida que una vez hizo que estallara todo eso que guardaba.
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Escrito por: Makarena F.