Nos vestimos de humano y nos sentamos a faldas del mar a observar las putrefactas y jactanciosas gaviotas… desoladas por el tortuoso eco del silencio en la noche. bebemos el vino, y lo ultimo que pasa por nuestra cabeza es el salir de ese ambiente hostil, no queremos dejar de mirar a nuestras gaviotas, en su baile casi único, mediocre y vulgar juegan a perderse en el oleaje, esquivándolo y sintiéndose únicas, al término de la jornada más de una yace en la orilla envuelta en su ataúd de algas perfectamente moldeado y esperamos con ansias a ver la próxima ave caer.. .
Escrito por: Makarena F.
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1 comentario:
sí! lo escribiste en el cole, me acuerdo.
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