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20110703

muerte

Para empezar ese segundo, no es un segundo en absoluto, se hace algo inmenso e infinito como un océano de tiempo. En mi caso aparecía yo, tirada boca arriba en el pasto mirando estrellas caer, y las hojas amarillas de los árboles de Maple que recubrían nuestra calle, o las manos de mi padre, con su marchita piel que parecía papel

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