Me marchito, me vuelvo acida y no me importa; mantengo la idea de un norte, pero no sé si seguirlo, no se si debo hacerlo, supongo que no me conviene.
Veo las flores que desprenden ese protervo olor, y sigo en píe deseando no querer tanto, no como lo hago, desearía hacerlo de una forma superflua, poco evidente, despertar, y que a mi cabeza no vengan las efigies de sus caras mirándome, que no vengan recuerdos con bálsamo de felicidad, preferiría que al llegar el día, no me sintiera como suelo hacerlo, preferiría tenerlos, pero no depender de ellos, que fueran sólo un detalle minúsculo al cual recurrir cuando me aburro de la banalidad de mi propia realidad.
Pero miro, pienso, y sé que de banalidad carece, que la realidad es más allá de lo popular del termino, es todo, es lo holístico de mi vida, es por lo cual estoy en pie y muchas veces en el sórdido suelo, es mi escenografía, lo que me representa, lo que me hace especial a los ojos de nadie.
Pienso, con recurrencia uso la denominación pensar, creo que es lo único que hago, y no sé si del todo bien, me ahogo, no comparto el pensar con nadie, lo hago en silencio y a cada instante, finjo!, muy seguido, ejerzo mis actos, con una alegre tristeza que muere al momento de nacer.
Los miro, y veo su falsa y devota felicidad, quizás la envidio, o talvez nada, contemplo sus “talentos” inteligencia espacial, multifacéticos y no dudo un instante en cuestionar su aflorada felicidad causada por psicotrópicos y alcohol, que de malo hay en eso? Nada, pero se cubren tras la manta de ese falso y disminuido tiempo y añoran la realidad, aunque lo desmientan, añoran la verdadera felicidad, de las cosas simples, no de su desabrida parafernalia.
Suelo tener explicaciones, las doy a menudo, me lleno de ellas, las asumo y son mías, intento ser similar a como me ven, real, sin mucho sentimiento aflorando, pero soy un cúmulo de ellos, los guardo, para qué o quién, no sé, pero siempre reservados, escribo cosas absurdas, lo que viene a mis dedos…
Y concluyo, cierro el ciclo, muere el ahogo, se va con el llanto y se lleva consigo la pena absurda, limpia, diáfana… LIBRE!
*
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario